La explotación laboral se define como recibir un pago inferior al trabajo que se realiza, lo que incluye desde pequeños abusos hasta los talleres de trabajo esclavo.
El siglo XXI es sinónimo de evolución, de tecnología y de mejorías en todos los aspectos de la vida, tanto a nivel social como sanitario, político o laboral. Sin embargo, a pesar de encontrarnos a punto de entrar en el año 2015 hay partes del mundo donde se siguen sucediendo comportamientos propios de la Edad Media. Los derechos del trabajador quedaron instaurados a raíz de la Revolución Industrial a principios de siglo XIX, pero a día de hoy muchos empleados siguen ejerciendo sus labores en condiciones nefastas, algunas infrahumanas y consideradas de esclavitud.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) aspira a llegar a 2025 con un mundo sin trabajo infantil. Su director general, el exsindicalista británico Guy Ryder (Liverpool, 1956) cree que es posible si los Estados hacen cumplir las leyes y garantizan el acceso a la educación de calidad para todos los niños y al trabajo decente para los adultos. En Buenos Aires, donde se ha celebrado la IV Conferencia Mundial Sobre la Erradicación Sostenida del Trabajo Infantil, Ryder destaca el progreso regional, pero, a su vez, pide voluntad política para combatir la informalidad y también la creciente desigualdad mundial generada por los cambios en el mercado de trabajo.
EXPLOTACIÓN INFANTIL
El trabajo infantil sigue siendo una de las más graves violaciones de los derechos de los niños. Más de 160 millones de niños y niñas en el mundo trabajan, lo que pone en riesgo su desarrollo físico, mental y social.
Especialmente preocupantes son las peores formas de trabajo infantil, entre las que se encuentra la utilización de niños como esclavos, la explotación sexual, la trata de niños o el reclutamiento de niños soldado.